III
LA PROPUESTA
(THE PROPOSAL)
Cuando Matt me vio con el torso descubierto y con la toalla en la mano, me dijo que la dejara reposar sobre el tubo de la cortina del baño antes de tragar saliva ruidosamente; luego subí con torpeza y después de acatar su orden, entré a su cuarto y di una mirada completa a esas cuatro relajantes paredes. Éste chico adornaba muy originalmente su cuarto, con afiches de bandas de rock por distintos espacios de las paredes, calcomanías para autos pegadas en el espejo y armarios, una mesa de noche muy bonita, una cama arreglada, con una sábana negra y una estrella roja bordada en el medio. Estuve por un rato corto visualizando todos los detalles, cuando me miro al espejo, me doy cuenta de nuevo que estoy semidesnudo aún –por lo pequeña que era la bermuda, me sentí así- y me senté en la cama a vestirme, con el atuendo que Matt me ayudó a escoger antes de ducharme. Unos minutos después, bajé y no lo vi, por lo que salí al patio trasero al recordar que nuestra reciente conversación tuvo lugar allí. Totalmente cierto. No me supe explicar por qué había olvidado por completo que él mismo había hablado conmigo hace un momento. Se hallaba a la orilla de la piscina tal y como yo me sentaba a la orilla de la playa. Con los codos apoyados sobre las rodillas. Me senté casi a su lado, unos pasos lejos de él. En la silla en forma de cama.
-Hey. –me dijo, después de que sintió mi presencia.
-Hace frío.
-Para nada. Recuerda que acabas de darte un baño.
-Oye, lo que pasó allá arriba…
-Tranquilo, yo entiendo. Suele pasar, no te juzgo, es normal. A mi me pasa todas las mañanas. Sólo que... –en ese momento, preciso e inoportuno, suena su teléfono celular-. Disculpa, ya vuelvo.
Aguardé sentado tratando de poder escuchar su conversación, pero me pareció absurdo y de mal gusto. Sin embargo, se escuchaba.
-Hola, ¿cómo estás? –dijo con cariño.
Al parecer le agradó haber recibido esa llamada, por la forma en la que sonreía atontadamente.
-Sí, me parece bien. Aunque tendría que consultarlo con Joa, pero yo creo que sí está bien. Necesitamos menos licor.
Al parecer el emisor de la llamada le preguntaba por la bebida que faltaba en la fiesta, por lo que logré escuchar. De un momento a otro, me distraje visualizando las ondas luminosas de la piscina, las cuales parecían relámpagos apaciguados, hasta que Matt soltó una audible carcajada que me hizo volver en sí.
-¿Tarde de nuevo? De acuerdo. No importa. Adiós. Te amo, yo sé que tú también. –fue lo único que respondió. Pero le quedó en el rostro una expresión de inconformidad con lo que acababa de escuchar.
“Te amo”, rayos. Ahora sí que estoy perdido. ¿Quién será esa dichosa mujer que goza de besarlo cada vez que sus labios se cruzan con los de él? ¿Y si no es mujer? Oh por Dios, ¿podría estar aguantando tanta tentación en tal caso? ¿Podría convencerme de que Matt Fletcher no era la persona que yo merecía? Sería un desconsiderado y no tendría color en el alma si se me llegara a pasar un solo pensamiento referente a Matt de una manera no muy adecuada para lo poco que conocía de él hasta ahora. ¿Pero y si le estaba poniendo sal al café? ¿Y si Matt sólo hablaba con un compañero del alma, un amigo? ¡Uno también ama a sus amigos! ¿Cómo podía yo reaccionar si Matt estaba en total disponibilidad en lo que al ámbito sentimental se refiere? ¿Y si adoptaba una tendencia compatible con la mía? ¿Me afectaría el hecho de que la realidad se basara en todo lo contrario? Tenía tantas ideas flotándome en la mente que me atormentaban tantas posibilidades que a mi parecer parecían imposibles. Volví a la “realidad” cuando lo vi acercarse y dirigirse a mí.
-Listo. Era mi n…
-¡Matt! –Joanne gritó su nombre desde adentro.
¿Mi qué? ¿Su qué? Lo que logró emitir fue algo parecido a una N. Ay, no. ¿Sería una “n” que significaba compromiso?
-Deberíamos entrar, ahora sí que hace frío. –me indicó.
-Sí, vamos. –mi voz sonaba un poco entrecortada, debido al desconcierto.
Cuando entramos, Joanne acababa de trancar una llamada.
-¿Con quién hablabas? –le preguntó Matt.
-Con Tom. Me dijo que estuviera… tranquila. Iba a hablar con Noah, y se solucionaría todo. Le supliqué que viniera.
-Creo que… no era necesario eso. Además, ¿quién es él? ¿San Tom? Es su hermano por Dios, obvio que puede tener poder de convencimiento hacia él, de todas formas, es su cumpleaños, ¿no? Aunque si Tom… Espera un momento, ¿hablabas con Tom? Pero si yo acabo de… ¿Te preguntó qué podía traer?
¿Matt Fletcher estaba titubeando?
-Sí, sí. Pero shhh, calla. Déjame pensar.
En ese momento pude darme cuenta de que Noah, el novio de Joanne, era hermano del susodicho Tom. ¿Quién rayos era Tom? Lo único que sabía era que había hecho el ridículo con Matt de una forma ridícula y de alguna forma tenía que suprimir esa imperfección de mi mente vulnerable.
-Un momento, ¿va a venir Tom para acá? –intervino Chloe, al parecer no le pareció agradable el comentario.
-Sí, Chloe, ¿cuál es el problema? –A Matt tampoco le agradó su reacción-. No creo que tengas inconveniente alguno, ¿o sí?
-¿Pueden ambos ya dejar sus grotescas diferencias a un lado? –Joanne perdió un poco el control.
-Ya va, ¿van a empezar? Me lo pueden avisar. Puedo irme a dormir. –dijo Peter, con repugnancia.
-¡Ya! ¡Basta! No vayamos a permitir que se arme una discusión por este asunto, Chloe, mejor ocupas tus narices en otro asunto y Peter, por favor, no la defiendas, creo que no te han contado la historia. –Matt explotó.
-Matt, córtala. Mejor vayamos a la cocina a preparar las salsas para los pasapalos. ¿Te sirve? –dijo Joanne entre dientes y poniendo los ojos como platos a su hermano, rogándole prudencia.
Matt fulminaba a Chloe con la mirada, mientras que ésta mantenía una reacción muy defensiva y mi hermano siguió viendo el partido como si no escuchó nada. Tan desinhibido como siempre lo fue. Fui a la cocina a ayudar a Joanne y me siguió Matt.
-Menos mal que no escuchaste mucho de nuestras trifulcas nocturnas. –Joanne se burlaba de lo que pasó mientras sacaba unos pequeños frascos de un estante.
-No exageres, tampoco son todas las noches, siempre y cuando tus amiguitas no estén para estorbar.
-Por supuesto Matt, échale la culpa a Chloe…
-¿Y quién empezó? ¿Yo?
-Hubieras únicamente respondido un simple “sí” y te callas la boca.
-Sabes perfectamente que con Chloe no se debe hacer eso.
-Disculpen, pero me están enfermando un poco sus discusiones por asuntos que no creo que me incumban ni conozco, así que concentrémonos en las salsas, ¿cierto? –les dije a ambos con seguridad.
-¿Ves? ¡Alguien que piensa en esta casa! Yo sabía que no faltaba mucho. –me alabó Matt. Me sonrojé como un idiota.
-No seas idiota Matt, gracias. ¡Pero sí! ¡Es verdad, dejémonos de tanta ridiculez, que tenemos una fiesta que disfrutar!
Sonó el timbre de la casa. Joanne me pidió el favor de que abriera la puerta. Mientras llegaba sonó el timbre de nuevo, por lo que aceleré el paso. Al abrir la puerta, frente a mi yacían dos chicas, una más alta que la otra, bonitas, delgadas, una de ellas tenía el cabello negro y la otra era pelirroja.
-¡Helen! ¡Dana! –gritó Joanne desde atrás. Me hizo pegar un brinco, ya que no la sentí llegar y me limité a quedarme, regresando a la cocina para ayudar a Matt. Vi como Joanne se apresuró a abrazarlas, y al pisar la entrada de la cocina, me volví hacia el único que estaba allí mezclando aliños y condimentos.
-Si vuelvo a ver una de las amiguitas de Joanne en esta casa, me voy a suicidar. –me dice.
-No es tan malo, mientras más gente haya, mejor. –dije como respuesta inmediata, sin estar muy seguro si en realidad era eso lo que deseaba, con ese muchacho frente a mí.
-¿Tú crees? Siempre he pensado que era mejor cuando pasaba mis fines de semana con ella –refiriéndose a su hermana- aquí, solos, y mi tía, por supuesto que no debe tardar en llegar. O a lo mejor fue a quedarse en donde su mejor amiga, a tres calles de aquí. Pero bueno, estamos en una nueva era, en donde ya nada es igual ¿no?
-Sí, digamos que es así.
Nada era igual. En eso sí tenía razón.
Joanne me dio una pequeña palmada en la espalda al mismo tiempo que pronunciaba mi nombre con la intención de presentarme a sus amigas.
-Te presento a Helen… y Dana –estreché la mano de ambas- son mis mejores amigas.
Ambas me dirigían una sonrisa realmente perdida, como si me visualizaran como un modelo o un actor de cine famoso. Noté que no quitaban la vista de mi pecho y hacían bailar sus ojos en torno a mi cara y la parte que mencioné. Volteé hacia Matt y éste nos miraba repulsivamente. En lo que de repente tomó a Joanne de un brazo y se la llevó al vestíbulo, dejándome solo con las niñitas. Lastimosamente se escuchaban aún sus voces.
-Ven acá. ¿Ya se lo estás metiendo por los ojos?
-Sólo se las presentaba, tonto. ¿Estás celoso?
-No seas ridícula.
Salí disimuladamente y vi que se miraron por un momento como si faltara una palabra para terminar la oración en lo que Matt vocifera:
-¡¡NO!! –por un momento pensé que me vería por lo que entré de nuevo a la cocina.
-Podría creerte.
-Sólo aleja a Dana de mí, ¿sí?
-Siempre estuvo enamorada de ti…
-Pero yo no de ella, ¿de acuerdo? Sólo hazme ese favor. Por favor.
-Por supuesto. –dijo Joanne con sarcasmo.
Se escuchó un beso y se devolvieron hacia nosotros. La cara de Dana no era muy diferente a la de una niña la cual es obligada a ver a sus muñecas de juguete calcinarse en una chimenea. Matt ni la vio, y ésta se salió de la cocina, y como si Helen estuviera pegada a ella, la siguió.
-¿Ya está lista la salsa? –dijo Joanne.
-Te repito cariño, tengo manos, más no batidoras. Espérate. –Matt comenzaba a actuar incómodo.
-¡No es mi culpa que Noah me haya tratado lo peor que pudo y que sentí la leve necesidad de invitar a mis dos mejores amigas para una fiesta a la cual él no vendrá! –susurró la hermana de Matt a su lado, excusándose. Matt no articuló palabra-. ¿No vas a responderme? Perfecto.
Se fue con Dana y Helen al patio principal de la casa. El mismo en dónde vi por primera vez al muchacho que yacía frente a mí.
-Ya están listas las salsas. Sólo faltan los pasapalos y los biscochos.
-Yo los busco. –me ofrecí.
-¿Sabes dónde están?
-Eh, ¡no! –me burlé de mi mismo.
-Vamos, para que sepas. –haciendo un gesto con su mano para que siguiera al vestíbulo y empezara subiendo las escaleras de la casa.
Subimos las escaleras, y al llegar arriba, dimos la vuelta y entramos al desván. Jamás imaginé que la puerta diagonal al baño era semejante habitación tan llena de puertas aéreas, eran como casilleros, o armarios. Matt se montó en una silla y bajó de un armario unas galletas y unos pequeños biscochos envueltos. Ese armario podría catalogarse como la despensa. Tenían latas y latas de todo tipo de alimento, además de pasta, mantequilla, salsas; ¡había de todo! Me lanzó desde arriba las cosas (las atrapé con cierta torpeza pero ágil a la vez) y cerró el armario, bajándose después de la silla. Se acercó a mí y yo sólo lo miré. Fijamente. Él notó lo que hacía e intimidado, me quitó lo que llevaba en el brazo y salió de la habitación. Yo lo seguí, apenado con mi conciencia nuevamente, por dármelas de exquisito. Bajamos las escaleras y Joanne y sus amigas, compartían con mi hermano y su novia en la sala de estar.
-Bajé los biscochos. –le dijo Matt a Joanne.
-Sí, claro.
-Hey, Jo.
-¿Qué?
-Ven.
-Estoy…
-…ven.
Se retiraron un poco de la sala y se detuvieron frente a la puerta principal.
-Mira, discúlpame ¿sí? No estoy últimamente de humor.
-¿Qué podría responderte con lo que me acabas de decir? ¡Contrólate! Yo entiendo que quieras ver a Tom a cada rato, por las razones que ya ambos sabemos, pero tienes que entender que su carrera prácticamente lo limita, por lo cual muchas veces todo eso es motivo de peso para que llegue tarde o te falle en algunas cosas, sólo te pido que no rebotes ese resentimiento en contra mía ni en contra de nadie, ¿está bien?
-Lo entiendo, pero sabes a la perfección de qué manera nuestra familia idolatra a Tom. Y no quiero que por un detalle insignificante, lo etiqueten y tengan más razones para persuadirme de que “él no es bueno para mí”.
-Pero ya es hora de que te detengas, te está afectando, me tratas mal, me contestas como te parece y andas malhumorado todo el tiempo; además, tú debes preocuparte por lo que es mejor para ti, hermanito, no por lo que nuestra familia piense o decida sobre ti, creo que ya eres mayor de edad como para que te dejes guiar por su consentimiento. Yo creo que tú estás feliz con él y eso es lo que importa. Tu felicidad. Y estoy segura que Tom, es el indicado para dártela. Habla con él y establezcan un horario, o algo así, pero acuérdate lo que nos decía mamá: “todo tiene solución en esta vida” –dijeron ambos en coro-. Si tú no lo haces, lo haré yo.
-No, por favor, déjame a mí. Lo apropiado es que se dé cuenta que yo sí puedo reclamar mis inquietudes.
-Ya te estás tardando demasiado. Y por ahí quizá haya alguien que sí se esté muriendo por hacerte feliz también.
-¡Ay, por favor no empieces! Eso intento, no quiero crear un problema de esto.
-¿Más del que esto te ha causado? Seamos sinceros, no sabes cómo vivir sin él.
-Pero va a venir pronto.
-Sí, eso lo sé. ¿Por qué?
-¿Por qué, qué?
-¿Por qué va a venir?
-Yo lo invité. ¿No? Y tú también.
-Exacto. ¿Ves que él sí puede apartar un tiempo para ti?
-No exageres, no seas tonta. Él no está siempre tan ocupado.
-¡Él lo hace de corazón! ¡Por el simple hecho de cumplirte! Él sabía que le haríamos esto a Noah, es su hermano, por Dios. Por supuesto que debía de asistir. Cada vez que te veo con esa expresión de tristeza en tu cara, me pongo igual o peor. Me contagias tu tristeza, es algo que no puedo evitar, nos criamos juntos, eres mi hermano.
-Ay, ya no te pongas dramática…
-Y tú deja de buscarle más patas al gato. Si estás con él, es porque de verdad estás dispuesto a adaptarte a sus necesidades, así como supongo que él lo está con respecto a las tuyas…
-No importa. No me sigas dando el discurso de madre sobreprotectora.
Joanne sonrío sarcásticamente y tocó con sutileza la mejilla de Matt pero desprevenidamente le dio una suave bofetada y siguió hacia la sala de estar, de nuevo. Ella me dedicó una mirada de complicidad. Yo no entendía a qué se refería pero lo dejé pasar. Cuando giré la mirada hacia donde estaba Matt, desapareció de mi alcance visual, por lo que deduje que salió… y lo hice. Me le acerqué casi con miedo y me coloqué a su lado. Él no me dijo nada. Se quedó perplejo con mi presencia. Llegué a especular que no me esperaba. Con mucha incertidumbre a causa del silencio, tuve que anularlo yo.
-Hace frío, ¿por qué no vamos adentro? –mi voz temblaba un poco a causa del clima. Matt no habló enseguida. Me detalló por un instante, volviéndose a mí y después de dar una respiración profunda, me hizo una petición.
-Déjame un momento a solas Brandon, por favor. –volvió a desviar su mirada. Noté un brillo húmedo en sus ojos. Estaba a punto de llorar.
-Oye, lo que sea que te esté pasando; recuerda que… la vida es un soplo de oportunidades, sólo tienes que aprovecharlas cuando se den, no dejes que se te escapen de las manos, como el agua, más bien júntalas y aloja el agua entre ellas y también mójate la cara… –creo que me estaba pasando de la raya-. De lo contrario lo lamentarás siempre. La felicidad no es algo que consigas sólo estando con alguien. De eso te encargas tú mismo y del empeño que le imprimas para hacerlo. –le guiñé un ojo con nerviosismo en lo que volteó levemente hacia mi. Titubeé por primera vez dirigiéndome a él. Me sentí con un poco de incertidumbre al desconocer su reacción por mi acotación, por lo que pude ver por medio de una de las ventanas del auto que estaba estacionado frente a nosotros, que se irguió mirando hacia mí y dibujó en su rostro una expresión de desconcierto.
-Brandon. –volteé a su llamado.
-Gracias. No tengo palabras ni siquiera para superar aquella sabia revelación que me diste. Cuando ni siquiera sé si debería hablar. No sabes lo que… siento. Luego podré contártelo, si no llegas a odiarme. –las lágrimas se escaparon de su rostro y estrechó mi mano cubriendo ambas con su otra mano. Apretaba su mandíbula con impotencia y fruncía el ceño mientras cerraba los ojos. Ya creo que desde mi parecer era una manía suya. Quizá añoraba no ver la realidad de un hecho que yo desconocía pero Matt sí. Y le afectaba en numerosas razones. Permanecí callado. Asentí.
-No se consigue nada lamentando. Tampoco creo que nuestra interacción hasta ahora esté resultando tan deficiente como para sentir eso por ti. Te dejo solo. –le dije.
Me devolví hacia la casa y después de cerrar la puerta principal tras de mí, subí a la habitación de Matt. Abrí espacio en la cama de Matt y me dispuse a pensar, con ambos brazos detrás de mi cabeza y la estrella roja besándome la parte baja de mi espalda. Abajo, mientras Matt se encontraba perdido en el frío de la noche, escuché la bocina de un auto que se acercaba. Me levanté para curiosear. El auto aparcó en la acera y de allí bajaron cinco personas, más las otras dos que iban sentadas adelante. ¿Atrás iban cinco personas? Dios mío.
-¡Matt!! –le gritaron. Éste se tocó la cara con agilidad, quizá secándose unas lágrimas que desde allí no veía y corrió a abrazar y besar a las chicas que casi formaban un círculo a su alrededor. Recibió muestras de afectos de todas las que habían venido esa noche a la fiesta de su cuñado. Estrechó la mano de un muchacho de su misma estatura, con el cabello rapado, viendo con atención lo que este quería mostrarle. Una placa de metal con su nombre tallado… Supongo.
-¿No es genial? ¿Cómo estás hermano? –se dirigió a Matt. O por lo menos el sonido de esa voz se produjo mientras él abría la comisura de sus labios.
-Joanne te va a matar. ¿Por qué le dijiste que no venías?
-Es una sorpresa escondida en un pequeño cofre.
De su bolsillo del pantalón lo sacó y al abrirlo, Matt quedó cegado por el brillo de aquel hermoso diamante que iluminaba su rostro, incrustado en un anillo de plata que se veía minúsculo. Yo lo veía así.
-¡No! –dijo Matt incrédulo.
-¡Sí! ¡Sí!
-Desgraciado, felicidades. –lo abrazó con emoción.
-Hey, no cantes victoria, aún no sabes si me va a lanzar la nevera en la cabeza. –ese comentario me hizo sonreír.
-No seas tonto, mi hermana te ama. Estoy seguro.
-Más te vale.
Al verlos hacer movimientos para entrar a la casa, salí de inmediato del cuarto, bajé las escaleras y cuando estuve con Joanne, Dana y Helen –que se encontraban casualmente frente a la puerta principal–, éstas dirigieron la mirada hacia el grupo que entraba de repente.
-¿Dónde está tu hermano? –le preguntó Joanne a Tom, el hermano de Noah, que fue abordado por ella, al correr hacia el vestíbulo, junto con los invitados.
-Eh…
Se apartó para dejar al descubierto la silueta de Noah. Joanne frunció el entrecejo.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿No me dijiste claramente que “tú tienes tu vida” y que no puedo pretender que estés disponible para mí?
-Sí, tengo mi vida, y tú formas parte de ella. Y a partir de este momento, quiero que sea para siempre.
-¿De qué estás hablando?
-No podía estar disponible para ti mientras adquiría esto.
Noah se arrodilló ante ella y sacó de su bolsillo el pequeño cajoncito de piel que le mostró a Matt. Joanne se llevó las manos a la boca cuando lo vio.
-No, no, no… no puede ser. –dijo.
-Sí, y quiero que así sea, por el resto de nuestras vidas. –al abrirlo, la chica quedó totalmente impresionada, emocionada y tan alegre, que se le lanzó encima a su novio, feliz. No paraba de besarlo y cada vez más lo abrazaba más fuerte. Al volver a su posición inicial, Noah le preguntó:
-¿Quieres casarte conmigo?
-¡SÍ! ¡Claro que sí! ¡Claro! ¿No se nota? –gritó emocionada.
Se fundieron en un tierno y cálido beso que fue proseguido por un aplauso por parte de los presentes, o mejor dicho un escándalo. Matt sonrío y se dirigió hacia ellos viendo como su hermana lloraba de la felicidad y Noah parecía un tomate de lo sonrojado que estaba. Estrechó la mano de su cuñado y abrazó a Joanne. Luego vi que Tom haló a Matt levemente por la manga de su camisa y salieron al patio. No pude evitar seguirlos con la mirada, hasta que mi hermano me haló a mí del brazo y se colocó escondido en una de las ventanas y me pidió que me agachara a su lado.
-¿Qué rayos te pasa? –le reclamé.
-¡Siéntate y disfruta la función! –mi hermano era el peor ser pisando la faz de la tierra. Y a la vez el más directo y sincero. Me di cuenta que su intención era escuchar la conversación de Matt y su… pareja. No me gustaba como sonaba esa frase completa. Y tampoco la conversación que había tenido Matt con su hermana acerca de él y mucho menos cuando los hechos me confirmaron lo que pensaba.
-Hey. ¿Qué pasa? –dijo Matt. Tom sólo asintió con la cabeza y mordía su mandíbula denotando desesperación. Matt lo tomó del brazo y éste se lo soltó de inmediato.
-Matt, cometí un error contigo. –sus ojos estaban humedeciéndose.
-¿Un error? Pero… ¿Se puede saber qué rayos te sucede? –Matt comenzaba a desconcertarse y a desesperarse por el misterio de Tom.
-No sé cómo decírtelo, de hecho hasta desconozco cuál pueda ser tu reacción. –subió sus manos y las apoyó sobre su rostro como si así, se le aclararían las ideas.
Peter y yo nos sentíamos igual de perplejos, al mismo tiempo en el que sentía que no debíamos estar allí. ¿Tan grave fue lo que supuestamente pasó como para que éste chico se desesperara de esa manera?
Prosiguió.
-Supongo que recuerdas la conversación que tuve con mis padres acerca de… tú sabes.
-Sí, sí, ¿qué hay con eso?
-¡Espérate! No quiero herirte, ni hacerte daño.
-Pero, Tom, escúpelo. No hay problema, dime, ¿qué es?
-Es referente a lo que pasó con… ella.
Matt se le ensombreció el rostro.
-¿Por qué aún te afincas en lo que pasó? Eso no tiene importancia, estoy aquí contigo y eso es lo que en realidad importa. Ya simplemente quedó en el pasado, ¿de acuerdo?
-Ese es el único detalle, que no quedó.
-¡¿PERO POR QUÉ PIENSAS EN ESO?!
Matt se alteró. Le gritó. Tom respiró profundo y le respondió pausadamente.
-Mis padres se sintieron avergonzados de mí, no supe qué actitud tomar, recuerda que se lo dijimos.
-Sí, lo sé, en parte fue mala idea pero ¿qué rayos tiene que ver eso con lo que te cuesta mencionarme?
-¡QUE LO HICE PARA QUE ANULARAN ESA MALDITA IDEA QUE TIENEN DE MÍ! –Tom adoptó un semblante de molestia y Matt estaba totalmente abrumado por la duda y la consternación.
De repente comenzó una canción a todo volumen y no pudimos continuar escuchando. Y por si fuera poco, Tom tomó de los brazos a Matt y lo apegó a él propiciándole un beso que preferí no ver.
Pero… ¿Qué había pasado? ¿Qué habría hecho Tom? No entiendo por qué, pero tal noticia me causó impotencia, como si viviese lo que le estaba pasando. Aunque no debería porque sentir tal cosa, albergué una esperanza de poder hablar nuevamente con Matt. Mi hermano y yo permanecimos allí sentados aún procesando en nuestras mentes lo que acabábamos de escuchar y mirándonos, cuando Chloe se nos acerca.
-¿Y qué se supone que hacen ustedes ahí? –nos dice.
-¿QUÉ? ¿Tú estás loca? ¡Es mi hermano! ¡Además, es a él a quien le gusta esa vaina! –mi hermano siempre con sus respuestas tan… suyas. Chloe volteó los ojos y se lo llevó hacia la sala casi arrastrándolo, después de que se levantó de golpe.
No pude evitar escuchar el ruido de la música y el escándalo que hacia vibrar las paredes. Sin ninguna otra opción, me dediqué a disfrutar de la fiesta. La cual comenzó inesperadamente. La casa estaba llena de gente, no sé de dónde habrá salido tanto espacio para todos. En el vestíbulo había un concurso de besos entre hombres y mujeres que no me agradó presenciar en lo absoluto, crucé hacia la sala y allí se intensificó el sonido de la música. Sentí como si hubieran subido el volumen. Había muchas luces de todos los colores girando sobre las paredes (¿de dónde habrán sacado esos artefactos?), la música era muy disfrutada por los presentes, en lo que visualizo a Joanne meneándole, suciamente dicho, el cuerpo a Noah. Luego vi a Matt. Acababa de entrar con Tom. Una chica lo agarró y lo contrajo hacia ella, mientras que otro grupo, obligó a Tom a tomar con un jarrón gigante que poseía una manguera por la que salía una bebida. En ese momento una muchacha rubia me haló hacia la multitud de gente que bailaba. ¡Pero si la canción se estaba terminando! Bailó sobre mí como si fuera un tubo de bar de labores indecentes. Me le uní a su intención y la integré aún más al baile…
Nos fusionamos tan agradablemente escuchando la música, que todos se abrieron en un círculo dejándonos en el medio, presenciando lo bien que bailábamos. De reojo, vi sonreír a Matt y Joanne, mientras que yo tomaba a la chica por la cintura y hacía valer más ese baile, aunque nuestro ritmo no era tan acompasado al de la música, además no sabía siquiera cómo bailar aquello…
Se acabó la canción y todos se unieron de nuevo, a seguir bailando la próxima. Laura, la chica, me tomó de la mano y fuimos hacia la cocina, en dónde estaban Matt, Noah, Tom –que se estaba limpiando los labios todavía- y Joanne, sirviéndose bebidas… Joanne me abordó vergonzosamente.
-¡Eso! Le diste duro a Laura, ¿no? –abrí mis ojos como dos platos para exigirle discreción.
-Sí, se vio. –dijo Matt.
-¡Deja la envidia! –le dijo Laura a Joanne.
-¿Cuál endivia? ¡En-vi-dia! –Joanne notó que se había confundido y soltó una carcajada que les contagió a Tom y Noah. ¿Estaba ebria ya? ¿O yo la veía ebria a ella?
Matt la trasladó hacia él y acarició su cabeza con cara de burla y compasión. Joanne le quitó el vaso a Noah, en el que tomaba whisky y se dio un trago largo, como si bebiera agua. En ese momento, comenzó otra canción movida y prácticamente parte el vaso cuando lo colocó bruscamente sobre la mesa y tomó a su hermano y su novio del brazo. Salieron de la cocina y bailaron en forma de tren. Me quedé con Tom sentado en la mesa.
-Mucho gusto, me llamo Tom –me dijo el muchacho, tendiéndome su mano derecha.
-Brandon Gi… Findlay, un placer.
-El placer es mío.
Un leve silencio reinó por un momento.
-¿Te diviertes? –le pregunté.
-Algo. No me animan mucho este tipo de fiestas.
-Bueno, a mí tampoco, sólo vine a acompañar a mi hermano y su novia, Chloe. –el color de su cara cambió a uno muy pálido. Parecía un cadáver.
-¿Conoces a Chloe? Bueno, claro, es tu cuñada.
-¿Te sientes bien?
-Sí, sí, claro. Sólo necesito tomar aire. Discúlpame.
Se levantó ruidosamente de la silla dejándome solo y al no verlo dirigirse a la sala, –sitio en donde se desarrollaba “lo más divertido”- deduje que había salido de la casa. En ese momento entró un chico muy bien vestido, y más atrás, Matt Fletcher.
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