Pero ciertamente hay un rótulo en la sangre que me delata lo que siento, me sonroja la piel y me hincha el alma cuando tu desdichado recuerdo se me cruza como una flecha hiriéndome la mente. Qué cruel se volvió mi pasatiempo favorito cuando de tu boca estallaron las peores palabras que me llegaron al corazón en una noche lluviosa y nublada que olía a decepción. Me envolví como un caracol en el edredón que un día a ti te cubrió también y llovió sobre mis mejillas en lo que tu sombrío recuerdo ya no creaba estragos dentro de mí. Tuve que cerrar mis ojos y viajar por el camino que atraviesa un ciego para realmente darme cuenta de cuán idiota me considero al verme al espejo y llevar esta expresión abandonada por las sonrisas, las cuales te llevaste tú en un puño cerrado.
Pero ciertamente hay una herida que late en mi piel como late tu corazón cuando a ése ves. Por más que quiera escapar a la idea de que ahora me acompaña tu ausencia, despierto ante la realidad que me desgarra la ilusión de tenerte. Me hundo en el pozo de mis lágrimas al convencerme de que todo lo que pienso de ti es totalmente cierto. Sin embargo estoy cansado de pertenecerle a tu memoria, harto de alimentar mi estado de ánimo con una imagen tuya que ya no es real, que ya no puedo tocar y finalmente obstinado de engañarme a mí mismo con tus mentiras y lamentos.
Por eso me levanto y camino sin tus muletas,
por eso sonrío y me doy una nueva oportunidad de hacerlo sin ti,
por eso me doy cuenta de que no me haces realmente falta,
me rindo ante el fracaso de encontrarte,
y alzo el vuelo hacia un nuevo horizonte en el que tú no estarás para oxidar mi orgullo...
... y en donde tus agujas no maltratarán más a este corazón que si puede latir sin ti.
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