No soporto que alguien haya tenido un pasado mejor a lo que haya vivido conmigo, ya que yo pretendo que cualquiera sea feliz a mi lado.
No soporto no haber estado presente en el pasado de todas aquellas personas que conmigo han compartido su vida, sintiéndome celoso de su pasado.
No soporto que mis amigos no me incluyan en las reuniones y encuentros grupales, y cuando lo hacen no voy por simple orgullo y luego ando retorciéndome en donde esté, pensando en que tal vez hubiera ido o pensando como podrán estarse divirtiendo sin mí.
No soporto saber que hay cosas que no debo saber y cosas que no sé y otra persona sí.
No soporto que me digan secretos porque de alguna forma u otra dejan de serlo, pero sin embargo odio que me oculten las cosas y cuando me las dicen, no dejo de pensar en lo que me torturó haberlas sabido.
Detesto cuando todos mis amigos están conectados por un vínculo. ¿Pero a qué le temo y por qué me molesta tanto? La desconfianza...
Cada vez que me siento solo me aíslo en mi pasado, hundiéndome en mi memoria como el propio masoquista y contemplo todos aquellos recuerditos de cada momento que marcó una huella en mi tiempo, como si dentro reposaran sus almas.
Me alimento de puros recuerdos, sin siquiera preocuparme por vivir el presente.
Desconfío de quienes debo confiar y confío en quien no debo.
La gente dice conocerme, pero hasta ni yo mismo a veces me conozco (quizá esto es una muestra de ello).
Puedo conocer a alguien, más que a mi mismo y tratar de aconsejarlo y buscar soluciones a sus problemas, pero los míos son sólo una montaña de papeles pendientes.
Me preocupo por todos menos por mí.
Sufro por los que no sufren por mí y extraño a quienes sé que no volverán.
Me entrego como un idiota sin analizar las intenciones de quienes me conquistan y cuando me traicionan, me sorprendo consciente de que en algún momento lo deduje y me la doy de víctima sufrida.
Creo en el amor verdadero y tengo tanta obsesión en enamorarme y encontrar al amor de mi vida que no recalco en que ni me amo, ni estoy enamorado de nadie.
Sólo creo amar a los que me hacen daño y evado a los que me aman.
No sé porque algunas personas se dejan llevar por los efectos de la rutina si al final eso es lo que arruina todo.
No sé por qué esforzarse en luchar una guerra que no existe.
Ya dejé de creer en los sacrificios por aquellos a los que amas.
Me molesta que nadie sepa esperar a que todo pase cuando deba pasar.
Cuando ni yo mismo sé.
Me entristece que la felicidad de algunas personas dependa de lo material y no de los sentimientos, los cuales influyen en la ausencia o existencia de cosas que no tienen nada de ver con lo que alguien pueda sentir por otra persona.
Quisiera a veces simplemente borrar mi memoria y no pensar en nadie, nada más que en mí.
Quisiera saber cómo pude explorar tanto de mi mismo en 20 minutos en una noche en la que tuve que quitarme las medias para poder dormir.
¿Por cuánto tiempo soportaré seguir así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario