Cándidamente me dejé llevar por una mirada inocente, que me demostraba un espíritu incauto, sin reservas, con un sinfín de cosas que dar sin creerse un infantil, que depende de las acciones de otros que lo tomen por ingenuo, sin poder alcanzar sus metas al calificarse a sí mismo como un inexperto, sin conocimientos o virtudes, cosa que lo hacía un infeliz sin remedio, pero tras esa sonrisa se ocultaba un ser candoroso, sin miedos o malas intenciones, haciéndome sentir crédulo ante sus divagaciones por lo menos sabía que era también sincero, por su porte y hombría, hacía temblar corazones castos, arrasando con los sentimientos de muchos que lo vieron íntegro ante la gente, algo que lo hacía especial dentro de su alma pueril, linda, sin manchas, colmándome siempre de un sentimiento tierno, logrando enrojecer mis mejillas con ese efecto inofensivo, que aunque me mantenía flotando me sentía cayendo por un abismo trivial, inmenso...
Pero nunca llegué a imaginar que mi amor fue tan vano y oscuro, sintiéndome solo, sin poder alcanzar nada, pensando en lo ridículo que realmente fui, al pensar que estaríamos siempre juntos. Por eso seré el inepto que pintó un árbol con el color de sus ojos y cayó desde él como un propio torpe, golpeando su cabeza contra el suelo que todos pisamos. Allí tendido como un ser inhábil, llorando por el daño que le causó a este ignorante corazón que seguía latiendo por sus besos, sus palabras, siendo incapaz de seguir adelante o alcanzar un futuro sin su empuje... He allí este individuo inútil que no halla que hacer o decir para lograr que vuelva su amor, y desdichado por lo que le sucede, se mantiene allí esperando como un niño infortunado que perdió el autobús de la escuela. Con ese vigor desventurado por las espinas de una rosa que agrietó su corazón y lo volvió miserable dentro de un pecho solo, aislado, de un hombre triste, desamparado, sin nada más en que pensar o luchar, invadido por un sueño arruinado, por las llamas de la discordia, que cada vez más crearon un recuerdo funesto en las tardes oscuras en la que sus lágrimas seguían cayendo en el césped nefasto, donde recibió el amor, y todo de él, siempre tan sencillo y cristalino, siempre pensé que estaría aquí por mí, cerré mis ojos confiado quizás sabiendo que nunca me iba a dejar, pero sólo seré por un momento veraz, al darme cuenta de que ya se ha ido y trataré de entender que ese ser espontáneo que llegó a mi una vez, se esfumó de mi cuerpo virtuoso, por haberlo tenido un tiempo corto junto a mi, en muchos momentos incorruptibles, amándonos hasta siempre, hechos el uno para el otro. con este amor intachable que durará por siempre y me mantendrá vivo haciéndome noble a seguir mi camino sin pensar nunca más en él, con la moral de saber que lo tuve y que de verdad lo amé, sin mentiras, con una sola promesa colmada de sentimientos puros, que me harán amar por siempre.
Pero nunca llegué a imaginar que mi amor fue tan vano y oscuro, sintiéndome solo, sin poder alcanzar nada, pensando en lo ridículo que realmente fui, al pensar que estaríamos siempre juntos. Por eso seré el inepto que pintó un árbol con el color de sus ojos y cayó desde él como un propio torpe, golpeando su cabeza contra el suelo que todos pisamos. Allí tendido como un ser inhábil, llorando por el daño que le causó a este ignorante corazón que seguía latiendo por sus besos, sus palabras, siendo incapaz de seguir adelante o alcanzar un futuro sin su empuje... He allí este individuo inútil que no halla que hacer o decir para lograr que vuelva su amor, y desdichado por lo que le sucede, se mantiene allí esperando como un niño infortunado que perdió el autobús de la escuela. Con ese vigor desventurado por las espinas de una rosa que agrietó su corazón y lo volvió miserable dentro de un pecho solo, aislado, de un hombre triste, desamparado, sin nada más en que pensar o luchar, invadido por un sueño arruinado, por las llamas de la discordia, que cada vez más crearon un recuerdo funesto en las tardes oscuras en la que sus lágrimas seguían cayendo en el césped nefasto, donde recibió el amor, y todo de él, siempre tan sencillo y cristalino, siempre pensé que estaría aquí por mí, cerré mis ojos confiado quizás sabiendo que nunca me iba a dejar, pero sólo seré por un momento veraz, al darme cuenta de que ya se ha ido y trataré de entender que ese ser espontáneo que llegó a mi una vez, se esfumó de mi cuerpo virtuoso, por haberlo tenido un tiempo corto junto a mi, en muchos momentos incorruptibles, amándonos hasta siempre, hechos el uno para el otro. con este amor intachable que durará por siempre y me mantendrá vivo haciéndome noble a seguir mi camino sin pensar nunca más en él, con la moral de saber que lo tuve y que de verdad lo amé, sin mentiras, con una sola promesa colmada de sentimientos puros, que me harán amar por siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario