12.10.2010

EPITAFIO

Me oculté bajo la falda de un recuerdo y por un fragmento de él, vi tu felicidad danzando descalza en un remolino de arena. Extasiado por el tormentoso deseo de volver a perderte me rendí ante la belleza de la noche que me susurraba la tristeza de la luna, que en su luz, estaba más triste que sol asomado en la lluvia. Me sentí como una de esas gotas viajando en picada como un puñal que ansía incrustarse en un pecho herido para terminar con su dolor, pero el ocaso ardía en mi piel y desperté de esa horrenda pesadilla de la que aún sigue siendo pesadilla sin ti. Lo que le pesa a mi mente entender es por qué mi alma no se termina de despertar estando despierta para terminar con aquel injusto final en el que no estás. Pero mi paciencia la deja hundirse en tu mar dejándola nadar y perderse entre la inmensidad de lo que fue nuestro amor. La misma inmensidad que ahora se tornó en dolor. Un dolor que no sé si está o se quedó en penumbra. Pero ya sea oscuro o claro, ahí estará ahuyentando mi empeño por ser feliz, en un desesperado intento por serlo cuando ya lo soy.

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