12.10.2010

OBSEQUIOS DE UN REGALO

No viniste envuelto con papel. Ni con una cinta roja que terminaba en un lazo en la parte superior de una caja. No llegaste en mi cumpleaños, ni en ninguna fecha relevante, te apareciste como una estrella en el firmamento. Que a veces está y no está. Me alumbra, me enciende y me cobija. Aquel sueño por el que todos luchamos, aquella necesidad de mirar al cielo y respirar el aire que te mantiene vivo. Sin haber tenido porque dormir, te sueño despierto hasta de día. Te extraño hasta cuando estás conmigo. Tu aroma me atrapa, me seduce, me acalora; pero a la misma vez, me congela, me enfría y me eriza. Yaces en mi mente como un quinto elemento, haciendo estragos en mi pensamiento y creando vías en el mapa del camino que me conduce a ti. Que no es un papel arrugado ni gris, ni mucho menos blanco. Sino el amor, que proviene del corazón y se desliza por la piel sutilmente. Al que no llegaré ni en carro, ni en avión ni mucho menos en barco. Pero ¡si estás tan cerca! Pero a la vez, ¡tan lejos! Sin embargo no me desanima... Me emociona saber que te veré al día siguiente y haremos cosas distintas, nos reiremos de más estupideces y seguiremos caminando juntos como desde que lo empezamos a hacer. 
Todos recibimos regalos. Grandes, costosos, pequeños, económicos. Pero que de alguna forma poseen un extremo y perfecto valor para cada quien, y eso, eso es lo que importa. Yo recibí un obsequio de un regalo...
La dicha de haber nacido, fue mi regalo. La vida. Y a esta vida que protagonizo, entraste tú. Gracias a que tú también naciste, no mucho después que yo, te conocí. Y ese es el obsequio más hermoso. El obsequio que me dio la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario