Tomados de la mano, tendidos en la hierba, quizás mirando hacia arriba, hacia el aire, respirándolo, haciéndolo parte fundamental de nosotros, escuchamos muy de cerca un sonido que estremece nuestra respiración, quitándonos el privilegio de suspirar por el sentimiento que nos carcome la vida, viajando a través de las venas. Un viento fuerte nos desvía las miradas que sin duda alguna estaban destinadas a cruzarse, bajo la luz del sol, que nos bañaba de un calor que no sólo era ESE. Era triste caer en la ruda realidad de que estábamos destinados a fallar, era realmente cierto, sí.
Teníamos dos cartas bajo la manga del abrigo al que nos refugiábamos en las frías noches en dónde la crueldad formaba un campo alrededor de nosotros, que se nos esfumó indistintamente una ráfaga de sonrisas que elogiábamos con cada beso. Hubo ciertos inconvenientes asociando lo racional con lo que sentíamos, que la ausencia de mis lágrimas te hacía pensar en la frialdad de mi alma. Una teoría que desde el punto de vista de mi corazón, no era nada cierta. Ni el orgullo al no tenerte cerca pudo más. No te diste cuenta de mi miedo, ni de las cosas a las que le temo si continúo, sin embargo ni me ayudas a descubrirlo, u opacarlo... ¿Seré al fin y al cabo el único que se da cuenta la veracidad de este hecho? Mi corazón late, pero no está aún roto. Solicité enormemente tu guía por un laberinto de dudas que me hala a fallarte, a fallar en todo. Dame tu mano, no me dejes caer allí al no poder lidiar con tus palabras, aquellas que agrietaron (por muy duro que suene) mi corazón de una manera realista, y cortaron vacíamente la venda que cubría con un lazo fuerte un diamante brillante al que llamaba amor. Amor entre ambas almas. Amor entre tú y yo. Palabras, que sin duda alguna, sin tacto previo, no supe escuchar. Ni supe entender. Debido a la diferencia absolutamente notable de nuestros pensamientos y planes no planeados para el futuro que no es futuro directamente, sino una vaga visión de un mañana que solo vemos reflejado en un calendario. Te siento distanciado a dejar de confiscar mi privacidad mostrándome hipocresía al hablarme de un futuro que se ve nublado... Todavía. Pero tengo un remedio para esa inseguridad que te calcina, sin embargo, por ende, no quieres escucharme. Sólo te preocupa el "yo", hasta ahora. Todo me parece igual, una rutina de indecisión que permanece incrustada en tus pies, que te hace caminar en círculos por un destino que te aclama cosas distintas, te reclama incluir el amor en tu camino, ese amor que una persona como yo puede brindarte, y sin pasar por insistente, no quiero darle largas al asunto. Nadie ama gratis, y las ilusiones se marchitan, su límite está al final de la tolerancia. Haz que la luz que te alumbra, me ilumine a mí también, que se lleve el odio que no puedo controlar, que borre las marcas que dejaron las lágrimas pasadas... Y tú ayuda a este pobre y noble corazón a guiar a mi tonta y tierna inocencia a seguir los pasos de este sentimiento que me hace ver el mundo con los ojos cerrados. Ayúdame a hacer cosas imposibles, cosas que nunca imaginé hacer, sin caer en la tediosa rutina de repetir lo irrepetible. Sinceramente la miseria es una fiel amante de los colapsos que sufren nuestros corazones al afligirse a falsas ilusiones... No quiero ni soñar, ni ver el amanecer caer frente a mis ojos, disfrazándose tras la luna, queriendo dibujar las estrellas que se eliminaron en las pesadillas en donde cada vez nos sentíamos más pequeños entre la inmensidad de obstáculos que nos cubrían. Se nos hacía tan difícil luchar contra eso, que nuestro amor, quizás, se vio involucrado entre un abismo lleno de agua en el que se nos ahogaba la paciencia, por los miles de errores que no cometimos... Pero indudablemente seremos los únicos que nos levantaremos ante esa miseria, ya que estuvimos entre ella y sabemos cómo hacerlo. Creemos en el sonido de la llama que nos protege de congelarnos por no amar la posibilidad de encontrarnos y seguro estoy, completamente de que las luces nos guiarán hacia lo inimaginable. Ahora pregunto, ¿querremos seguir fallando?
Teníamos dos cartas bajo la manga del abrigo al que nos refugiábamos en las frías noches en dónde la crueldad formaba un campo alrededor de nosotros, que se nos esfumó indistintamente una ráfaga de sonrisas que elogiábamos con cada beso. Hubo ciertos inconvenientes asociando lo racional con lo que sentíamos, que la ausencia de mis lágrimas te hacía pensar en la frialdad de mi alma. Una teoría que desde el punto de vista de mi corazón, no era nada cierta. Ni el orgullo al no tenerte cerca pudo más. No te diste cuenta de mi miedo, ni de las cosas a las que le temo si continúo, sin embargo ni me ayudas a descubrirlo, u opacarlo... ¿Seré al fin y al cabo el único que se da cuenta la veracidad de este hecho? Mi corazón late, pero no está aún roto. Solicité enormemente tu guía por un laberinto de dudas que me hala a fallarte, a fallar en todo. Dame tu mano, no me dejes caer allí al no poder lidiar con tus palabras, aquellas que agrietaron (por muy duro que suene) mi corazón de una manera realista, y cortaron vacíamente la venda que cubría con un lazo fuerte un diamante brillante al que llamaba amor. Amor entre ambas almas. Amor entre tú y yo. Palabras, que sin duda alguna, sin tacto previo, no supe escuchar. Ni supe entender. Debido a la diferencia absolutamente notable de nuestros pensamientos y planes no planeados para el futuro que no es futuro directamente, sino una vaga visión de un mañana que solo vemos reflejado en un calendario. Te siento distanciado a dejar de confiscar mi privacidad mostrándome hipocresía al hablarme de un futuro que se ve nublado... Todavía. Pero tengo un remedio para esa inseguridad que te calcina, sin embargo, por ende, no quieres escucharme. Sólo te preocupa el "yo", hasta ahora. Todo me parece igual, una rutina de indecisión que permanece incrustada en tus pies, que te hace caminar en círculos por un destino que te aclama cosas distintas, te reclama incluir el amor en tu camino, ese amor que una persona como yo puede brindarte, y sin pasar por insistente, no quiero darle largas al asunto. Nadie ama gratis, y las ilusiones se marchitan, su límite está al final de la tolerancia. Haz que la luz que te alumbra, me ilumine a mí también, que se lleve el odio que no puedo controlar, que borre las marcas que dejaron las lágrimas pasadas... Y tú ayuda a este pobre y noble corazón a guiar a mi tonta y tierna inocencia a seguir los pasos de este sentimiento que me hace ver el mundo con los ojos cerrados. Ayúdame a hacer cosas imposibles, cosas que nunca imaginé hacer, sin caer en la tediosa rutina de repetir lo irrepetible. Sinceramente la miseria es una fiel amante de los colapsos que sufren nuestros corazones al afligirse a falsas ilusiones... No quiero ni soñar, ni ver el amanecer caer frente a mis ojos, disfrazándose tras la luna, queriendo dibujar las estrellas que se eliminaron en las pesadillas en donde cada vez nos sentíamos más pequeños entre la inmensidad de obstáculos que nos cubrían. Se nos hacía tan difícil luchar contra eso, que nuestro amor, quizás, se vio involucrado entre un abismo lleno de agua en el que se nos ahogaba la paciencia, por los miles de errores que no cometimos... Pero indudablemente seremos los únicos que nos levantaremos ante esa miseria, ya que estuvimos entre ella y sabemos cómo hacerlo. Creemos en el sonido de la llama que nos protege de congelarnos por no amar la posibilidad de encontrarnos y seguro estoy, completamente de que las luces nos guiarán hacia lo inimaginable. Ahora pregunto, ¿querremos seguir fallando?
No hay comentarios:
Publicar un comentario