Rey.
Rey me dices tú,
rey me dicen mas.
Rey, tendido en un trono falso de un palacio derrotado.
Pero rey soy.
Más rey tuyo quise ser,
no para gobernar tus decisiones
ni controlar tu destino,
sino rey de tu corazón,
rey de tu alma,
rey por tus pensamientos dirigidos a mí.
Divino tesoro y fabulosa fábula,
que ya en mis pesadillas viví,
queriendo escapar de un sueño que no se hacía realidad
pero que tampoco me dejaba despertar.
Rey.
Rey con corona oxidada por la humedad de tu inseguridad
y tu crueldad por creer que yo no creía en ti.
Rey sin diamantes,
ni brillo de luna,
encerrado en su palacio bloqueado con una cadena enorme,
enorme como el peso de tu rechazo,
que me palpa la sien hundiéndome sutilmente en un pozo frío de tristeza y soledad.
Soledad que devora mi trono, más y más aún.
Tristeza que corre por mis venas, aun más.
Me deteriora como la estructura de mi palacio contra tus diluvios y torbellinos llenos de traición.
¿Rey?
¿Rey para qué?
Si ya ni trono me queda,
mi traje yace andrajoso y desgastado;
mi capa pesa empapada y me hala hacia atrás.
No puedo caminar,
me envuelve y me abraza el frío,
me besa el aire,
me hiere la lejanía.
Rey triste,
solo.
Abandonado en su palacio que fue devorado por la lluvia.
Dejándolo sin corona ni trono.
Ahora sin trono.
Ahora sin corona.
Ahora sin palacio.
Ahora sin nada.
Ahora sin ti.
Rey me dices tú,
rey me dicen mas.
Rey, tendido en un trono falso de un palacio derrotado.
Pero rey soy.
Más rey tuyo quise ser,
no para gobernar tus decisiones
ni controlar tu destino,
sino rey de tu corazón,
rey de tu alma,
rey por tus pensamientos dirigidos a mí.
Divino tesoro y fabulosa fábula,
que ya en mis pesadillas viví,
queriendo escapar de un sueño que no se hacía realidad
pero que tampoco me dejaba despertar.
Rey.
Rey con corona oxidada por la humedad de tu inseguridad
y tu crueldad por creer que yo no creía en ti.
Rey sin diamantes,
ni brillo de luna,
encerrado en su palacio bloqueado con una cadena enorme,
enorme como el peso de tu rechazo,
que me palpa la sien hundiéndome sutilmente en un pozo frío de tristeza y soledad.
Soledad que devora mi trono, más y más aún.
Tristeza que corre por mis venas, aun más.
Me deteriora como la estructura de mi palacio contra tus diluvios y torbellinos llenos de traición.
¿Rey?
¿Rey para qué?
Si ya ni trono me queda,
mi traje yace andrajoso y desgastado;
mi capa pesa empapada y me hala hacia atrás.
No puedo caminar,
me envuelve y me abraza el frío,
me besa el aire,
me hiere la lejanía.
Rey triste,
solo.
Abandonado en su palacio que fue devorado por la lluvia.
Dejándolo sin corona ni trono.
Ahora sin trono.
Ahora sin corona.
Ahora sin palacio.
Ahora sin nada.
Ahora sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario