12.10.2010

ANONADADO

Éramos tinta y papel.
Sólo tú y yo.
En el mundo no existía factor que influyera por encima de nosotros.
Nosotros estábamos por encima de todo eso.
Compensamos juntos nuestro deseo de ser amados, amándonos.
Un romance repentino te envolvía y yo me sentía feliz y aliviado porque alguien te brindara lo que yo nunca quise.
En lo que aparecía una persona para mí, tú te llenabas incluso de más alegría que yo mismo.
Me celabas como una leona a sus bebés, y yo no sabía como controlarme al hacerlo.
Éramos los mejores amigos de nuestras desdichas y los mejores amigos que lloraban por ellas sin saber buscar una solución.
La única que conseguimos fue refugiarnos en nosotros mismos y de allí nació nuestro amor.
Desde allí no había nada más.
Nada podía hacerme daño porque enseguida tú me defendías.
Nuestras vidas se entrelazaron como pajuela y guitarra.
Pero pasó el tiempo y todo eso cambió...

No hay comentarios:

Publicar un comentario