12.10.2010

SUSURRO HELADO

Los pixeles de una gracia nocturna se disolvieron como polvo en la humedad de un beso que no era ni tuyo ni mío. Protagonista de una noche fría en dónde ardíamos de calor sin mantenernos al menos conscientes de lo que acontecía. Un dolor inmenso te cubría, dándote un abrazo que no era nada solidario pero que sin embargo intentaste evadir con la caricia desesperada de un deseo en tu mente. Tus labios rozaban los míos, la brisa helada volaba a través de nuestra piel congelándola, tal y como en ese momento se hallaba tu alma y corazón. Me perdí inofensivamente entre tus labios viajando por un laberinto dando vueltas en un remolino que no paraba, al igual que tu dolor. Hasta que sentí el golpe sutil de tus lágrimas en el rostro que besabas para refugiarte de los latigazos de tus males presagios. Abrí mis ojos y tomé tu posición con la misma rigidez con la que tú lo asumías e intenté sustituir esa mancha oscura en tu pensamiento, hasta que simplemente un vuelco brusco y un pedazo de nube en tu torso, nos trajo indistintamente a la realidad.

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