Como en inglés es fuera de mente traducido a lo tarzán, así estoy en tu mente. Fuera.
Tu mirada era tan fija que me brindaba una pleitesía que yo no conocía en ese momento, y por la que di mi corazón como experimento, como conejillo de indias.
Sin pensar en mi alrededor, me dejaba llevar por esa mirada que vigilaba mis pasos y se clavaba en mis ojos, fusionando un paisaje que no existía realmente; como si vislumbráramos una ventana salpicada con las gotas de la lluvia.
Me hiciste sentir en la piel lo que tocabas,
ponías mi piel de gallina y jugabas con ella y tu lengua a tu gusto y antojo en un amplio sinónimo.
Me volvías tan loco que olvidé hasta el día en que te conocí y mi memoria fue sólo un complemento que me ayudó a determinar que por ese momento era tuyo.
Me volviste tan loco así, que no descubrí tus intenciones de hacerme daño indirectamente y hasta me hiciste pensar que yo te lo hice a ti.
Tus besos me volvieron tan incapaz de besar otros labios, como si se me cayera la boca después de rozar tus labios.
Como si mi único alimento fuera la tuya.
Con tus besos me apartabas la cordura y la noción del tiempo.
Pero yo cometí un grave error al refugiar tu dolor en mi corazón,
porque terminé sufriéndolo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario