12.10.2010

LLUVIA

Un agujero en la tela me mira y me cuenta que su piel es del color de la arena,
mientras que las gotas de lluvia caen sobre su camisa y mueren instantáneamente al fundirse entre las rayas y los colores oscuros, como el iris de sus ojos.
Negros.
Como la noche fría en la que probablemente siga lloviendo,
aunque sea de día y no quiera ver la hora.

Otra gota se cuela por un hilo que sobresale de la costura y se resbala hacia su piel,
recorriéndola sutilmente como una salamandra interactúa con la hierba.
Cálida.
Muy distinta al frío que hace aquí en donde me hallo parado en medio de la lluvia incesante,
escuchando el sonido pulcro de las gotas de lluvia reuniéndose en un solo pozo,
viendo a aquel muchacho con su camisa de colores oscuros.

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