CREYONES MÁGICOS

Hoy, he decidido sacar de su caja de madera y candado dorado mis creyones mágicos. No pintaré un valle desierto en dónde las gaviotas vuelen sobre un cauce frío y las ardillas se oculten bajo la humedad de la naturaleza invadida por la lluvia. Quiero pintar una cortina inmensa que nos cubra cuando quiero darte un beso, que sea grande, azul como el cielo y que nos abrigue de mentiras y calumnias, cuando de oírlas o creerlas se trata... Pintaría un camino largo que nos llevara tomados de la mano a un lugar en donde pueda libremente expresarte lo que siento, sin que te cohíbas o te limites a responderme lo que ansías desde hace tiempo. Pintaría una cinta que nos uniera en un lazo perfecto, hecha a nuestra medida y que sintamos la seda rozando nuestra piel. Pintaría una chimenea que arda cuando el invierno congele nuestros corazones y nos refugie entre su humo, inocentes y cálidos. También pintaría un cielo nocturno bañado en estrellas, bajaría tan sólo una de ellas y te iluminaría una sonrisa, tendidos en un césped verde, al que le pintaría tu nombre formado con rosas que nos brindarían sus pétalos como señal de amor, cuando en el ocaso del día siguiente nos absorba el tiempo... Pintaría un sol en tus tormentas, para que no empapes tu felicidad de estar vivo; pintaría un globo que nos lleve alrededor del mundo, como un viaje infinito al que nos aferremos con decisión; Osaría a pintarte lo que quieras, para verte feliz. Osaría a mostrarte el universo, si sueñas junto a mí. Me atrevería a atreverme, si lo haces conmigo. Osaría a besarte, si tú besas mis labios también. Tranquilizaría mis miedos, si cuento con tu cálido abrazo. Te esperaría el tiempo que fuera, cuando no. Te secaría las lágrimas cuando te sientas sin compañía, y estaría contigo para no verte llorar. Pero a partir de hoy, guardaré mis creyones en su caja de madera y cerraré el candado. No pintaré más con mis creyones. Porque ya lo mágico es lo que por ti siento. Y no hay nada más real que eso.