12.10.2010

IMPOTENCIA


Es inquietante soportar que alguien te hizo daño.
E insoportable sentir el egoísmo humeante intoxicando tus fosas nasales.
Pero peor aún es darse cuenta que el egoísta fuiste tú mismo,
al sólo pensar en lo egoísta que era el otro sin pensar en lo que esperabas de él que ni siquiera hacías tú.
Sin pensar en velar en lo que él esperó de ti.
Aquí el príncipe azul no fue uno solo.
Quizá para ti él lo fue,
pero tú para él no.
Esos fueron tus grandes errores.
Pensar que él era tu hombre ideal y no pensar en ser el suyo tú también.
La equivalencia tal vez enlace la paciencia con el amor y nadie se aburra de ti.
Resulta desagradable que te dejen porque no des la talla o simplemente porque sientan que tienen una obligación paternal contigo.
Si quieres recibir, debes dar.
Aquí el amor no mete las manos al fuego.
Aquí el fuego se apagó sin una sola gota de lluvia.
Ustedes tuvieron la culpa del sufrimiento de uno solo.
El otro huyó a tus problemas porque lo único que hacías era atormentarlo sin buscarte una solución.
Así jamás te pudo haber ayudado a enfrentarlos, ya que tú no tenías el valor de hacerlo.
Tú lo tomaste de base, de soporte.
Sin percatarte alguna vez en ser el suyo.
¿Quién te crees tú?
¿Un pozo de deseos?
¿Al cual todo el mundo tira monedas y tú no cumples nada?
¡CUALQUIERA SE CANSA!
¡Cualquiera tira la toalla sin haberse bañado!
Debes ir aprendiendo a poner los pies sobre la tierra y a no pensar sólo en ti.
Recuerda que tuviste a alguien a tu lado que quiso velar por tus necesidades pero se negó a que las siguieras utilizando a tu antojo y para tu beneficio propio.
Cuando aprendas a preocuparte por lo que de verdad es importante,
tal vez allí lo hagas por otra persona.
Tal vez no llores si son injustos contigo,
sino que aprendes a ser justo tú.
Tal vez aprendas a quererte a ti mismo y solucionar tus problemas para que admiren tu perseverancia.
Tal vez logres ser independientemente capaz para que nadie te vuelva a tratar de poner un chupón en la boca.
Tal vez los sorprendas.
Tal vez no sea demasiado tarde para que todos te dejen de tildar de inmaduro,
y se cercioren con validez de lo capaz que alardeas ser.
Pero no alardees,
¡Sé!

No hay comentarios:

Publicar un comentario