12.10.2010

QUERIDOS DESDICHADOS

Queridos desdichados,
estando sin poder siquiera.
Queriendo y no pudiendo tener.
Se aman y se hacen daño en la temperatura cálida de la primavera que el invierno congeló.
Aquél árbol de hojas marchitas en el que se esconden.
Aquél árbol en el que quieren abrazarse y detener el tiempo.
Tiempo que quieren que vuele como un avión destrozado, en llamas.
Tiempo que los separa y une,
circunstancias desfavorables, destinos enlazados.
Sufriendo están y juntos se quedan,
sin poder siquiera,
pero ahí están.
En el medio de una desesperada fábula que está a punto de acabar en un feliz y triste final.
Al final de la realidad triste que desea ser una fábula feliz.
Al comienzo de la tristeza de vivir en una realidad en donde no están juntos.
En el medio de dos decisiones,
aterrados por la devoción por la tentación llameante.
Deseando ser y no poder ser.
Perdidos en la incertidumbre.
Dudando de las consecuencias de sus faltas,
siguiendo sus crueles y puras intenciones.
Queriendo jugar y saber,
que retirarse y perder.
El cielo nunca decide y cuando decide, castiga.
Tienen lo que necesitan, quizá.
Sus almas divididas, confundidas, extraviadas en el deseo.
Mordiendo la fruta, hundiéndose en su cordura.
Sabiendo que se perderán el uno al otro,
sabiendo que el dolor es parte del amor que se tienen.
Pobres príncipes de otoño.
Hipnotizados en ese momento que los une.
Queriendo haberse conocido antes,
antes de todo. Antes de nada.
Queriendo no ser nada.
Para no sufrir,
ni amar.
Para ser nada.

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